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4 de septiembre de 2010

Por qué los chinos nos están ganando la partida en España

Dos mujeres chinas esperan clientes en una tienda de calzado (Reuters).




Se han convertido en una presencia habitual en nuestras ciudades. Mayoritariamente presentes en hostelería y comercio, los pequeños empresarios de nacionalidad china, quienes se han posicionado en el mercado a partir de bajos precios o de ventajas en horarios, son ya tan populares como temidos, en tanto su notable expansión en sectores habitualmente regentados por españoles es percibido con recelo por parte de la población. Sin embargo, estas mismas reticencias demuestran hasta qué punto sus modelos de negocios están resultando exitosos.

El primer factor que explicaría el triunfo económico de la comunidad china radica en una mentalidad colectiva que ve el núcleo familiar como el garantizador de la supervivencia en todos los sentidos. Como explica Marta Gutiérrez Sastre, profesora de sociología de la Universidad de Salamanca, y autora del estudio La excepcionalidad de la mujer china en España: Un ejemplo de emprendimiento y desarrollo empresarial, “la familia es una empresa y la empresa una familia. No pueden percibirse con claridad las barreras que separan el funcionamiento de una y otra”.

Esa concepción lleva a una existencia pensada mucho más en términos comunitarios que privados, priorizándose el deber de sacar la familia adelante sobre el desarrollo individual. Por eso, incluso hasta las elecciones de pareja están organizadas desde el pragmatismo mucho más que desde los sentimientos: “el matrimonio tiene gran importancia en la vida de la comunidad puesto que sirve para estrechar lazos y alianzas económicas”. Como asegura una de las participantes en el estudio:

"Matrimonio mejor primero puede tolerar respeto mutuamente, es muy importante, sí. Creo que aquí la gente sobre el matrimonio, más bien por sentido, pues sentido, por eso puede casarse unos meses pum, sólo “que te quiero mucho”, pero en unos meses te puede matar porque sólo es por sentido. Creo que matrimonio de asiático, más bien por todo, aunque no le gusten algunas cosas pero intentar comunicarlo, por eso tenemos menos divorcios y aquí, allí la gente también no depende demasiado sentido del matrimonio. Sentido lo que quiero decir…

¿Sentimientos?

Sí, sentimiento, aquí a lo mejor el amor está muy fuerte, muy fuerte, pero eso puede desaparecer muy fácilmente por eso creo que en un matrimonio lo más importante es, mmm, no solamente depende por el sentimiento, esas cosas a lo mejor es segundo, primero es tú si quieres casarte, mejor es tener una familia sanos, para tus niños, para social, para el mundo, sí. Si demasiado depender de sentimientos, ya sabes, pasa el tiempo…"

Esta mentalidad, señala Gutiérrez Sastre, que nos resulta hoy chocante, es la misma que se teníamos en España en el pasado, “cuando mujeres y hombres se casaban para juntar tierras pensando que el amor ya llegaría”. Y, aunque se trata de una perspectiva que no está presente en toda la comunidad china, “donde se están produciendo notables cambios de mentalidad, especialmente entre los jóvenes residentes en China, entre quienes está implantándose la idea del amor romántico”, sí es todavía parte esencial en las relaciones de quienes han emigrado de su país, que entienden la familia “como algo sólido y consolidado, en la que todos trabajan para defender un proyecto que es afectivo pero también económico”.

Sin embargo, esa subordinación de los integrantes de la familia al colectivo no produce una mayor sumisión de la parte más débil de la relación, la mujer, sino que termina por fomentar sus habilidades para los negocios, en tanto el trabajo se convierte en una fuente de respeto y de autovaloración. Así, la relevancia que otorga la comunidad china a la mujer emprendedora es otro de los factores que explican su éxito. Como explica Gutiérrez Sastre, “las mujeres chinas destacan por sus altas tasas de actividad (básicamente en el sector comercial) y por su alta capacidad para la creación de negocios propios (hay más empresarias que empresarios entre los chinos)”. En este orden, el proyecto migratorio de las mujeres chinas se muestra muy diferente del de otros colectivos de mujeres inmigrantes, dedicadas fundamentalmente a las tareas de cuidado.

Confucionismo y revolución

Gutiérrez Sastre explica esta situación como un efecto de la mezcla entre el confucionismo que les era propio a los nacionales chinos (y que propugnaba la sumisión de la mujer, incluso frente a los hijos mayores) y los efectos de la revolución comunista, que legitimó el trabajo de la mujer como uno más. “Al dar prioridad a lo productivo frente a lo reproductivo, el régimen comunista fortaleció el respeto y el status social derivado del trabajo y debilitó el que provenía del ámbito doméstico. Por eso, la mujer china no encuentra las cortapisas con la que a menudo tienen que lidiar las mujeres occidentales a la hora de desarrollarse en el ámbito laboral”.

Esta importancia de la mujer emprendedora se ve complementada, como factor de éxito, con dos características culturales muy relevantes. La primera de ellas es el escaso arraigo respecto del territorio que muestra la comunidad china. Sabedores de que sus asentamientos son temporales, carecen de problema alguno a la hora de desplazarse. Van a la búsqueda de oportunidades comerciales, resultándoles irrelevantes los cambios geográficos siempre que estén acompañados por sus familias. Como afirma una participante en la investigación de Gutiérrez Sastre:

"A mí personalmente no me extraña, cuando yo voy a Inglaterra o Holanda, para mí todos los sitios son más o menos iguales, sí

¿Todos iguales?

¿Si no, estarías bien en cualquier sitio, dices?



¿Te daría igual estar en Holanda, en Inglaterra?

Sí.

Pero cada sitio es distinto ¿no?

Sí, pero no está mal, bien, si mis hijos y mi marido está conmigo, sí, ya está".

La otra característica que explicaría el éxito de la comunidad china en los negocios es una mentalidad que ve en éstos la mejor apuesta de futuro. Como afirma Gutiérrez Sastre, “la mayoría de chinos no esperan ser contratados por empresarios españoles, sino que aspiran a desarrollar su propio proyecto empresarial”. Y esta forma de pensar la trasladan también a sus hijos, ya que entienden que la mejor herencia que les pueden dejar es un negocio. “A ellos les extraña mucho que nos gastemos el dinero o que no dejemos recursos suficientes para que los hijos puedan emprender un negocio propio”. Mientras el modelo español aboga por un menor tiempo de trabajo de modo que se pueda estar más con los hijos, “en la mentalidad china esa distinción no existe. Estar en el negocio es estar juntos”. Igualmente, mientras que la idea de muchos españoles es que sus hijos se saquen una oposición de manera que puedan tener un trabajo seguro de por vida, “los chinos entienden que la mejor baza para el futuro es un negocio propio. Ellos valoran muchísimo la capacidad emprendedora, y lo que se plantean es invertir, diversificarse y crecer. Y eso esperan que hagan sus hijos”.


Y mientras en nuestro país....
La gran huida empresarial española


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